5 RAZONES PARA IR A TEATRO EN MEDELLÍN
Según me contaron en estos días, en promedio, durante cada fin de semana, en Medellín se presentan 35 obras de teatro, es decir, 35 oportunidades de salirse un poco de la realidad gracias al virtuosismo de actores, directores, técnicos, y dramaturgo de la escena local. No hay que pensarlo mucho, ir a teatro es cool y da material de reflexión, pero como sé que estos argumentos a veces no son suficientes, dejo otros cinco:
1. Te permite conocer la ciudad: mientras das vueltas tratando de ubicar dónde queda esa tal sala a la que quieres ir, seguramente tendrás la oportunidad de ver calles y fachadas de las que nunca te habías percatado. La gran concentración de teatros de la ciudad está en el Centro, me atrevería a decir que en unas 10 manzanas a la redonda, cerca de edificios históricos como el Paraninfo de la Universidad de Antioquia, o característicos como las Torres de Bomboná.
2. Ves diferentes representaciones artísticas: las hay que mezclan danza, música en vivo, proyecciones, malabares y diferentes manifestaciones del arte. Las obras de teatro no son simples dramatizaciones como las que hacíamos en el colegio o las que pasan por las noticias para recrear un atraco, por el contrario, cada vez sus apuestas son más arriesgadas y en ellas confluyen muchas otras formas de la cultura.
3. Tienes ¨parche¨ para antes y después: la gran mayoría de salas de la ciudad tienen espacios para tomarse un café, un vino, cerveza, comerse una empanada, un paquete de papitas. Cuidan el bolsillo de sus visitantes, permiten conversar, sus decorados son un sinfín de recuerdos de las salas (hágase de cuenta un museo) y cuentan con esos libros gordos donde uno deja testimonio de que pasó por allí.
4. Te encuentras con nuevas versiones de tus recuerdos: en especial en el teatro infantil de la ciudad (mi favorito para salir de la realidad) verás otras versiones de esas historias que te sabes de memoria y que quieres porque construyeron tu imaginario infantil. Lo maravilloso es que no están tomadas de los libros tal cual, por el contrario, están llenas de nuevas interpretaciones, ritmos, personajes y paisajes. Algo así como un viaje alegre a la infancia, desde un punto de vista desconocido.
5. Inviertes bien tu dinero: siempre he pensado que poner mi dinero en asuntos culturales es la mejor inversión que puedo hacer para mi espíritu y mi cabeza. En el caso específico del teatro, aporto a una cadena productiva de la que se alimentan muchos: actores, técnicos de luces y de escenografía, vestuaristas, directores, dramaturgos, taquilleros, acomodadores, músicos, … Pensando en ellos no ando regateando las entradas y me duele cada vez que se implementa esa práctica nociva de “entrada libre con aporte voluntario”, el mantenimiento de todas esa gente no puede depender de la “voluntad” del espectador. Para que el teatro de la ciudad sea cada vez mejor, debemos aportarle recursos como igual lo hacemos con cualquiera de las otras industrias.
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¿Qué tal si el próximo fin de semana cambias alguna de tus actividades y te vas para una sala de teatro? Si sientes que perdiste tu tiempo, se vale que me madrees, pero si te gusta lo que ves, muy seguramente incluirás esta actividad entre tus planes futuros y el teatro sonreirá.
María Fernanda Montoya
Comunicadora social-periodista